El popular director de tÃtulos tan legendarios como Desayuno con diamantes o DÃas de vino y rosas ha fallecido hoy en Santa Mónica (California) acompañado por su esposa, la conocida actriz Julie Andrews, y sus hijos.
Sin lugar a dudas hoy “Moon River” –tema central de Desayuno con diamantes- suena más nostálgica que nunca. Blake Edwards, padre del popular film, y uno de los grandes nombres de la comedia norteamericana, dice adiós dejando atrás medio siglo de trabajo en el que ha tenido tiempo de salpicar de carcajadas el patio de butacas, y también de dibujar más de una mueca reflexiva en el espectador ante algunos de los grandes dramas que atormentan al hombre. El director nacido en Tulsa, e hijastro del director de teatro Jack McEdwards, le regaló al mundo una de las sagas cómicas más populares y también exitosas de todos los tiempos en torno a la fÃgura de la mÃtica Pantera Rosa, en la que destacan El regreso de la pantera rosa o La pantera rosa ataca de nuevo, y que hizo brillar con especial intensidad a Peter Sellers, hoy convertido en figura imprescindible de la comedia, y que por aquel entonces formó una pareja de hecho profesional junto a Edwards que terminarÃa rompiéndose a mediados de la década de los setenta tras algunas desavenencias profesionales vinculadas al difÃcil carácter de Sellers.
El legado de Edwards no se ciñe tan solo al género cómico, el cineasta también supo mirar a la cara a uno de los grandes dramas de nuestra sociedad, el alcoholismo, de la mano  de Jack Lemmon y Lee Remick, dos monstruos de la interpretación que convirtieron DÃas de vino y rosas en el terrorÃfico retrato de una pareja sumida en la autodestrucción y el alcohol, y cuyo grito desesperado de auxilio logró que ambos actores fueran nominados por la Academia de Cine Norteamericana a las categorÃas de mejor actor y actriz protagonista. Las nominaciones, en lo que respecta a los galardones de renombre, siempre marcaron la trayectoria de Edwards. Los grandes premios de la industria del cine se le han resistido durante años al cineasta, que tan sólo posee un Oscar honorÃfico concedido en 2004 a toda su trayectoria. Una trayectoria con luces, las de un George Peppard en la piel de Paul y junto a la inolvidable Holly de Desayuno con diamantes en un efervescente Nueva York, y sombras, las que proyectó la cinta Darling Lili que a punto estuvo de hundir la carrera de Edwards y que lo llevó a recluirse en Suiza para recuperarse de una grave depresión. Hoy, a los 88 años, nos deja un genio de la comedia, un creador de iconos como Audrey Hepburn, un tipo al que en su despedida es inevitable que le persiga el brillante rastro de la música de su buen amigo el maestro Henry Mancini.
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