Con motivo del estreno este viernes de The Reader (El Lector), la película de Stephen Daldry protagonizada por Kate Winslet y Ralph Fiennes, nominada a cinco premios Oscar incluída a mejor película, hemos tenido la oportunidad gracias a On Pictures de acceder a una entrevista con Bernhard Schlink, escritor de la novela original (Der Vorleser) publicada en 1995.
En realidad no preví nada. Tenía mis propias imágenes mentales, y era imposible que la película las reprodujese. Pero un autor que espera que una película reproduzca sus propias imágenes mentales no debería vender los derechos. Solamente debe esperar que un director capaz pueda encontrar las imágenes adecuadas para la historia y la esencia del libro.
Junto con el guionista David Hare, logró conservar lo que he mencionado. Stephen no ha hecho una película sobre el Holocausto, sino de lo que vino después, de las generaciones de la posguerra, implicadas en la culpabilidad de su generación anterior: la de la guerra.
La atmósfera de la década de los cincuenta, la coexistencia de la inseguridad y la confianza en un joven Michael Berg (David Kross); el miedo, la insensibilidad y la falta de entendimiento en Hanna Schmitz (Kate Winslet); la intensidad y el secretismo de su amor; el drama interior y exterior del juicio… Stephen Daldry ha creado unas imágenes poderosas para expresar todo ello. Y, por supuesto, el implacable reparto.
Siempre quise que Kate Winslet la interpretara. Y estoy impresionado por el poder expresivo y la urgencia con la que actúa David Kross, y también Ralph Fiennes, Bruno Ganz y Lena Olin.
Stephen Daldry, David Hare y yo hablamos los unos con los otros una barbaridad. Algunas veces mis sugerencias se aceptaron y se llevaron a cabo, y otras no. Así es cómo funciona.
Fueron unas conversaciones fantásticas.
El film ha sido un momento cumbre especialmente destacable, igual que lo fue que la novela consiguiera el número 1 en la lista de ventas del New York Times. Me alegro de que exista tanto interés por mi libro; es un libro para jóvenes y viejos, hombres y mujeres, intelectuales y profesionales y gente de todo tipo. Y es un libro para aquellos quienes leen un montón y para los que no lo hacen.
Una de las cosas más especiales son las cartas que recibo de gente que me escribe y que normalmente no suelen leer demasiado, pero que por cualquier cosa alguien le recomendó mi libro, empezó a leerlo y simplemente no pudieron dejar de hacerlo. Mi madre, que era suiza y nació en democracia, me inculcó en mi infancia que si quieres decir algo en una democracia tienes que hacerlo de forma que pueda interesarle a alguien. Ahora sé que eso no es aplicable al arte, pero me alegra haber escrito un libro democrático como si lo fuera.
Déjeme insistir una vez más: The Reader no es un libro sobre el Nacionalsocialismo ni tampoco del Holocausto. Es un libro sobre la relación entre la generación de la guerra y la de la posguerra, y sobre el sentimiento de culpa en general. La guionista norteamericana Joyce Hackett ha encontrado una sabia respuesta al por qué el cine norteamericano se ha interesado con tanta preocupación con el Tercer Reich y el Holocausto en los últimos tiempos: ella argumenta que después de la ambigua moral de la etapa Bush, hay una gran necesidad de problemas morales con una respuesta definitiva, de potentes y claras imágenes del bien y del mal. Desde ese punto de vista, The Reader (El Lector), que trata problemas morales, tensiones y conflictos, no concuerda con este tipo de películas
Los espectadores me siguen diciendo que la película les caló y se apoderó de ellos, y eso alimenta el pensamiento. Diría que esto demuestra que dicho equilibro es un éxito.
Los malentendidos que existen en el libro también existen en la película. Es lo único que se espera.
Stephen Daldry y David Hare son ingleses, el equipo fue norteamericano, inglés y alemán, y la película se rodó en Alemania. Además, el libro no es exclusivamente alemán. Amor, vergüenza, mentiras, culpabilidad, implicación, justicia… son temas universales.
Cuando los derechos para adaptar al cine mi libro se vendieron hace más de diez años, el cine alemán no era el de hoy en día. Quería la película para llegar a una audiencia internacional.
Con mucha brevedad. Difícilmente me reconozco en la película. Solamente pasé un día en el rodaje, en el cual tuve que tener mucha paciencia, al rodar la misma escena una y otra vez, con modificaciones súbitas, un buen ambiente de intensidad y creatividad, desde el director hasta el chófer. Fue divertido.
No la tengo, al menos de momento. Quizá encuentre una cuando vea la película otra vez.
Actualmente estoy escribiendo la adaptación de la novela de Cynthia Voigt, Homecoming, con Nico Hofmann como productor y Jan Schütte como director.
Hasta su desafortunada muerte, Anthony Minghella era uno de los productores de The Reader (El Lector), y contribuyó con algunas ideas conceptuales, las cuales debatió con Stephen y David.
Supongo que el tipo de conflicto que Michael Berg experimenta con ella: el conflicto que la generación de la posguerra experimentó con la de la guerra: afecto y terror, siendo atraídos y rechazados, simpatía y condena.
La tercera generación difícilmente se ve implicada en la culpabilidad de la de la posguerra, y la cuarta generación en ningún sentido. Para ello se requiere conocer a alguien que estuviera envuelto en los crímenes como ejecutores, instigadores, cómplices, testigos o los que no quisieron ver.
Espero que todo lo haya hecho.
Estoy escribiendo algunos relatos, y estoy trabajando en el guión de Homecoming. También estoy planteándome una nueva novela, que aún está por ver si llegaré a desarrollar.
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