La exitosa franquicia iniciada por Dreamworks hace casi diez años con la gamberrÃsima y original Shrek llega a su capÃtulo final (o eso dicen) en una descafeinadÃsima pelÃcula llena de convencionalismos y con solo algún que otro gag digno de mención.
Lo cierto es que tras visionar Shrek: felices para siempre, es imposible dejar de pensar y reflexionar en el peculiar recorrido que ha tenido la saga de pelÃculas de los entrañables Shrek, Fiona, Asno y el gato con botas entre otros tantos: da la impresión de que el éxito comercial de cada entrega, incrementándose con cada una de ellas, ha redundado en una considerable reducción de la calidad y espÃritu original de la obra.
Si la primera Shrek, atrevida sátira harto divertida del mundo de los cuentos de hadas e incluso del clasicismo Disney nos presentó un interesantÃsimo despliegue de delirante humor a base de gag inspirados, la segunda entrega no llegó a su misma efectividad pero mantuvo buena parte de esa gran idea inicial, en buena parte gracias a la inclusión del mejor personaje de toda la saga: el gato con botas, quien por supuesto en la entrega que nos ocupa sigue siendo el rey de la fiesta, y del cual se está ya preparando el inevitable spin-off. Ahora bien, fue con Shrek tercero cuando la decadencia de la franquicia se hizo evidente, ofreciendo una sensación de deja vu, de vueltas de tuerca innecesarias, y un guión base totalmente olvidable. ¿Alguien se acuerda del Rey Arturito?.
Shrek: felices para siempre, lamentablemente, sigue la estela de la tercera entrega, ofreciendo un nuevo giro de rosca a una historia desgastada y falta de una seria renovación y, sobre todo, vuelta a los orÃgenes de la saga. Ñoña, sosa y convencional, aporta un villano del cual uno se olvida en cuanto acaba el film, y las voces en versión original de los ahora populares Jon Hamm y Jane Lynch, estrellas de las teleseries Mad men y Glee, respectivamente. Y punto.
No obstante, hay que dejar claro que la pelÃcula no es mala, ya que pese a que los gags que hacen gracia de verdad son fotocopias de las anteriores entregas (salvo quizá la jocosa idea del orondo gato con botas), esta se deja ver e incluso a gustar en más de una ocasión; pero el empalago familiar en general junto con un evidente infantilismo para toda la familia hecho con manual del perfecto animador para todos los públicos (no es difÃcil pensar que Dreamworks ha vendido su alma al diablo, esto es, Walt Disney) empaña considerablemente una pelÃcula que no pasará a la historia en ninguno de sus sentidos. Es más, da la impresión de que muchas escenas están única y exclusivamente pensadas para lucir el 3D, es decir, sacar pasta.
Esperamos que Dreamworks deje descansar por fin a unos personajes que nos han hecho pasar muy buenos ratos pero que están prácticamente al borde del olvido por culpa del desgaste al que se han visto sometidos con capÃtulos a cada cual más bochornoso, y que siga la estela de, por ejemplo, Cómo entregar a tu dragón, ejemplo de que se puede hacer una pelÃcula familiar sin traicionar la frescura del conjunto.
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3 Comentarios en "Shrek: felices para siempre, de Mike Mitchell"
Yo me quedé en la segunda, que ya era infumable de por si.
Un saludo.
yo la empecé el otro dÃa, y a la hora me di cuenta de que no valÃa la pena terminar de verla.
asà de buena es.
A mà solo me hizo algo de gracia un par de gags con El gato con botas. El resto es un despropósito.