En este regreso a la gran manzana nuestras chicas ni se apean de sus Jimmy Choo, ni se conforman con una existencia reducida a la pequeña pantalla de un televisor en el dormitorio, o al olor de la alimentación infantil. Ellas, ni son comunes, ni probablemente mortales.
No engaño a nadie si confieso que la “adaptación” -lo digo con la boca pequeña, porque al fin y al cabo la serie parte del libro de la escritora Candace Bushnell- de la exitosa serie de HBO a la gran pantalla es torpe y triste a partes iguales. El primer fascículo de nuestras burguesitas neoyorkinas se explayó retratando al milímetro el gran drama que Carry Bradshaw vivía al ser plantada en el altar –diseño de Vivienne Westwood, incluido- por ese príncipe azul en formato bróker a tiempo completo llamado Mr. Big (Chris Noth). Lo impensable hasta entonces, que Bradshaw fuera capaz de caer presa de la tristeza y aparcar por un instante su nada indiferente caracterización, fue posible. Aunque “no hay mal que cien años dure ni film made in USA que lo requiera”, de modo que Sarah Jessica se lo lleva calentito. Vamos, ¡que hay boda!
La supervivencia es la consigna en esta nueva entrega. Carrie tendrá que poner coto a la monotonía en una relación en la que su oponente es un televisor de formato panorámico, Miranda (Cynthia Nixon) cortará las alas a su más que desesperante adicción al trabajo, Charlotte (Kristin Davis) tratará de encontrar el espacio que le han arrebatado esas dos fierecillas por domar que son sus hijas y Samantha (Kim Cattrall) – lo mejor de la película sin duda- deberá capear los “sofocos” de la mediana edad a golpe de autoayuda, hormonas y buen humor.
En esta historia de supervivencia -tomadura de pelo de más de hora y media para un alto porcentaje de la población mundial- Michael Patrick King despliega una pirotecnia visual insuficiente. Arrancan con una boda gay, la de Stanford (Willie Garson), recordándonos que las viejas glorias nunca mueren de la mano de un inaudito “Single Ladies” entonado por Liza Minelli, y provocando acto seguido el desprendimiento de cornea del espectador por medio de una más que abigarrada escenografía y el inenarrable estilismo de Carrie, más propio – a juzgar por el tocado, si se le puede llamar así- de Las crónicas de Narnia que de una comedia romántica. Sin darnos un respiro, los creadores siguen quemando cartuchos a través de la fotogénica Manhattan, envuelta en ocasiones en una realización absolutamente MTV y adornándolo con unos cameos entre lo prescindible y lo desaprovechado– a excepción de Minelli- , nunca terminaremos de tener claro si Penélope Cruz interpretaba a una directora de banco, o a un apéndice de la barra del bar.
Para no perder el gusto por los lugares paradisíacos –como ya sucedía con ese resort sudamericano de la primera parte- , y con el ánimo de poner a este cocktail veraniego el obligado punto de exotismo, las protagonistas invitadas por un ejecutivo árabe se trasladan a Abu Dhabi buscando algo de diversión, relax, alguna que otra confesión a pie de minibar y como de costumbre, compras. Una pena que no abunden los diálogos chispeantes, son contadas las ocasiones en las que King dibuja una sonrisa en el espectador, a veces a costa de enfrentar a la cultura occidental contra la oriental, con más de un chiste facilón y obviamente no sin cierta polémica; recomiendo al espectador que no pierda detalle de todo lo que sucede en el zoco, estoy convencido de que como se suele decir coloquialmente: “los ojos no le cogerán en la cara”.
Con los diálogos “tocados”, es obvio que los personajes terminan hundidos. Nuestras chicas han perdido gran parte del encanto, y puede que hasta de la poca complejidad, que desfilaba en la producción televisiva . Ahora estas mujeres se dedican a pasear su muerte clínica y esos conflictos emocionales de menos de dos rounds, a lo largo de un interminable spot televisivo alérgico a las marcas blancas.
Jugar con la nostalgia de romances del pasado de la mano del ex granjero Aidan (John Corbett), no ha sido suficiente para convertir este cocktail en una mezcla explosiva. El punto de sabor que pueda tener lo pone una Kim Cattrall que acapara la chispa que sobre todo propios – imagino que los extraños evitarán estos malos tragos cinematográficos- están buscando. Una chispa avivada por el acierto intermitente de una banda sonora que incorpora a Alicia Keys o Erykah Badu; una historia que no pasa de ser el último entretenimiento de un domingo tarde.
Una pena que a King y a Parker, director y productora respectivamente, les haya cegado el poderoso caballero a la hora de intentar facturar una fallida franquicia que ensucia el discreto encanto que la serie ha obtenido a lo largo de la década. Ahora la incógnita es: ¿Qué va a ser de estas actrices cuando la gallina deje de dar huevos?…
Valoración: 3 sobre 10
Crítica escrita por Alexis González
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3 Comentarios en "Sexo en Nueva York 2, de Michael Patrick King"
Una opinión muy acertada, me gusta como lo has descrito… aunque tiene sus momentazos, para los seguidores incondicionales de la serie, la segunda parte va perdiendo gas a medida que pasan los minutos…
pue yo la voy a ver y ya os contaré que toy enamorada de la serie y quiere ver la boda de carrie
¿3 sobre 10?… Vaya, cuanta dureza querido Alexis…
. ¡¡Yo me muero de ganas de verla…!!, la pelicula no sé pero la crítica… la he disfrutado mucho…