El francés Guillaume Canet recupera a Marion Cotillard para el cine francés en una producción de magnÃfica factura audiovisual y buen hacer argumental sobre el egoÃsta concepto contemporáneo de la amistad y sus recovecos. A modo de reflexión moral en clave de tragicomedia, el film nos cuenta las vidas de un grupo de amigos pasando unas nada ortodoxas vacaciones que cambiarán sus vidas para siempre.
Tras una impactante secuencia inicial que nos revela el catalizador de todos los acontecimientos posteriores a través del personaje de Ludo (Jean Dujardin) y su destino, comenzamos a conocer al generoso número de personajes que van a dar forma a la historia. Tras la egoÃsta decisión de marcharse todos juntos de vacaciones pese a dejar a su amigo en una situación cuanto menos delicada con la excusa esgrimida de no poder hacer nada, los parisinos se trasladan a un idÃlico lugar de playa donde poco a poco se van desgranando todos esos pequeños detalles que hacen de su amistad y convivencia una imperfecta armonÃa y llena de silencios.
Para ello, Canet hace uso de un estilo directivo con mucho estilo e indudablemente sobrio, y de un uso de la fotografÃa francamente excelente a lo largo de todo el metraje, si bien hay que decir que la selección musical de la pelÃcula (todas las canciones grandes éxitos ingleses y americanos de las pasadas décadas) es poco menos que desastrosa y anticlimática. Aunque desde luego, efectista, como casi toda la pelÃcula. El desenlace del film es delicioso por lo sorprendente y bien llevado, pero demagógicamente almibarado y de lacrimoso.
El mayor mérito de Pequeñas mentiras sin importancia reside especialmente en la inteligente forma en la que se van desarrollando las historias paralelas y entrelazadas de sus personajes, aunque como suele ocurrir con este tipo de films, unos personajes salen mejor parados que otros, por no decir que se pierde el hilo de muchos de ellos durante demasiado tiempo, tal y como sucede por citar el ejemplo más obvio con el personaje de Marion Cotillard, Marie, aunque también con el de Gilles Lellouche. La trama tragicómica del gran François Cluzet parece ocupar buena parte del metraje para, después, caer en un agua de borrajas preocupante por el devenir de los acontecimientos, tal y como sucede con la mayorÃa de las tramas.
Es inevitable al hablar de esta pelÃcula el pensar en Los amigos de Peter de Kenneth Branagh por sus similitudes, aunque la que nos ocupa no llega a su nivel de brillantez sin ser ni mucho menos un bodrio. Son muchÃsimas más las bondades de Pequeñas mentiras sin importancia que sus defectos. Por su lado cualitativo nos encontramos con una historia afable, genuinamente hermosa y contada con el corazón sobre unos personajes que podrÃamos ser cualquiera de nosotros, y contándonos historias que perfectamente podrÃamos estar viviendo en estos momentos. Por el otro lado, tenemos un exceso de ambigüedad y vacÃos hinchados y perfectamente estudiados en estas historias, por no mencionar un metraje a todas luces excesivo. La pelÃcula, desde luego, se toma su tiempo para reposarse a sà misma, pero eso no significa que, como mÃnimo, le sobre media hora a su duración total.
Con todo, Pequeñas mentiras sin importancia es una grandÃsima pelÃcula de visionado muy, muy recomendable, con una capacidad espontanea de emocionar y con ciertas escenas memorables. Es una lástima que el director no haya conseguido redondearla todo lo deseable y la haya cargado de un exceso de moralina de segunda división, pero ¿quizá esa era su intención?.
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1 Comentario en "Pequeñas mentiras sin importancia, de Guillaume Canet"
Mmmmmm… tengo ganas de verla … esta semana voy a tener que decidir entre esta y los X-Men cachorrillos … Saluditos.
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