La directora Phyllida Lloyd vuelve a dirigir a Meryl Streep tras trabajar juntas en Mamma Mia! en un proyecto radicalmente diferente: el biopic de la polémica primera ministra británica Margaret Thatcher. A medio camino entre el documental y el drama, la Streep vuelve a demostrar sobradamente por qué es una de las mejores actrices del panorama actual, muy por encima de la calidad del film en sÃ.
Phyllida Lloyd no es precisamente Kathryn Bigelow a la hora de dirigir. De hecho, este es su único trabajo hasta la fecha exceptuando Mamma Mia!, que fue su debut en la gran pantalla además de su primer trabajo con Meryl Streep. Y no es una directora que realmente destaque o sobresalga en nada: de hecho, La dama de hierro es un pastiche de planos fundidos extraordinariamente convencionales entrelazados con una generosa cantidad de imágenes reales de los noticiarios de aquella época. Salvo un par de escenas en las que la media de calidad sube un poco la media (por ejemplo, en la que la anciana Thatcher se pone a encender todos los electrodomésticos de su casa), queda muy patente cuales son los mayores defectos de esta pelÃcula: su bochornoso tufo a TV movie y su absoluta falta de clÃmax.
La dama de hierro recorre la vida de Margaret Thatcher desde sus humildes orÃgenes como hija de un tendero hasta su ascenso meteórico como primera mujer que ocupa el cargo de Primera ministra del Reino Unido, y los polémicos años de su liderazgo. Todo esto desde la perspectiva de una Thatcher anciana y con sÃntomas de demencia senil, centrándose especialmente en su figura como mujer y sus sentimientos, por delante de sus actos polÃticos (que, sorprendentemente, están siempre presentes y al mismo tiempo en segundo plano) e incluso de su familia. Por mucho que el film intente vendernos una tierna historia de amor entre ella y su marido Denis, lo cierto es que incluso el magnÃfico rol de Jim Broadbent en este film queda también eclipsado por el personaje de Meryl Streep.
A La dama de hierro le cuesta mucho arrancar, se pone moderadamente interesante a medio camino, se aletarga exageradamente conforme se acerca su desenlace, y termina con una ausencia absoluta de clÃmax o interés. El montaje, al cual se le ve la tijera por todos sus frentes (el propio tráiler de la pelÃcula tiene escenas que no aparecen en el corte final), tampoco ayuda demasiado, bien porque los acontecimientos avanzan de una forma muy descompensada a lo largo del metraje, o porque de hecho hay más de un momento en el que el espectador parece estar viendo una especie de revisión de The Queen, aunque de mercadillo, dispersa, a ratos confusa y con personajes que no calan lo más mÃnimo en todo el reparto de secundarios (salvo el ya citado Broadbent). Y lo que peor le sienta a La dama de hierro es su cobardÃa en su guión, ya que la imagen que se pretende transmitir de mujer luchadora que tiene que desenvolverse en un mundo machista no casa nada bien con la endeble retahila de cuestionables acciones polÃticas de Margaret Thatcher mencionadas casi de pasada, edulcoradas o minimizadas (las minas, el conflicto de las Malvinas). Mención aparte tiene la lista de topicazos facilones y, en algún que otro caso, ridÃculos de algunas escenas: la plancha de la habitación del parlamento británico (??) o la declaración de matrimonio de Denis Thatcher seguido de discursito feminista forzado hasta la médula.
Dejo para el final la mención de la mejor y casi única cualidad de un film destinado sobre todo a aquel que desee un cursillo express sobre historia contemporanea británica: Meryl Streep. Ella y solo ella consigue hacer que todo lo que he tachado negativamente tenga un mÃnimo de credibilidad, ya que su Margaret Thatcher es simplemente impecable, rica, llena de matices y cualidades, además de conseguir eclipsar totalmente al resto de personajes e incluso los acontecimientos de la pelÃcula. Hablando claro, La dama de hierro serÃa una TV movie de muy mala extirpe de no ser por ella, y no serÃa raro que su nombre volviera a sonar los próximos Oscars. Solamente por ver su interpretación ya merece la pena su visionado.
Una última advertencia: salvo que se tenga una alergia extrema a los subtÃtulos, La dama de hierro debe visionarse en versión original, pues es realmente espectacular tanto el tono como el acento de Meryl Streep en su caracterización. En resumidas cuentas, un film interesante por su interpretación principal y dirigido a todo aquel que desee tener una lección light de polÃtica contemporanea. Por cierto, resulta sorprendente el paralelismo de algunos de los discursos que hay en esta pelÃcula con la situación polÃtica actual en España. Mariano Rajoy firmarÃa más de uno de los speech de Meryl Streep en esta pelÃcula. Sin duda.
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