La nueva cinta protagonizada por Hugh Jackman es una interesante fábula de ciencia-ficción con un prodigioso despliegue técnico y encomiable buen hacer por parte del departamento de animadores de los robots-mecha del film. Lamentablemente, quitamos este elemento y nos queda una pelÃcula bastante del montón.
Y es que Acero puro no tiene ni un solo elemento que pueda sorprender al espectador. Absolutamente nada. Una vez transcurridos los quince primeros minutos de pelÃcula ya sabemos exactamente cómo va a transcurrir el resto del metraje casi con todo lujo de detalles. Tragicomedia familiar clásica (o clasiquÃsima) de padre rebelde pasota y cabezota pero con buen fondo al que de repente endosan un hijo de una relación anterior espabilado y potencialmente adorable que, por supuesto, conforme avance la pelÃcula convertirá su odio inicial en un pasteloso afecto mutuo.
Tampoco falta, por descontado, el personaje de la chica comprensiva (en este caso interpretada por la perdida Evangeline Lilly) que aporta el balance entre potencial novia-amante del padre y sentimiento maternal hacia el hijo. Es decir, el colmo del aburrimiento que ya hemos visto mil veces en pelÃculas clon a lo largo de los años.
Pero no todo es malo en Acero puro, al contrario: la pelÃcula se salva gracias al socorrido elemento de unos efectos especiales brillantes y espectaculares escenas de acción reflejadas en las prodigiosas animaciones de los robots que en última instancia son los verdaderos protagonistas del film. El pulso narrativo también está muy bien equilibrado y la pelÃcula no tiene ni un solo punto muerto; es más, casi podrÃa decirse que su desenlace es tan abrupto que notamos la inevitable presencia de la tijera. Y entre medias, algunas escenas brillantes como la primera clase de Jackman al robot imitador de movimientos o el genial climax del que hace gala la pelÃcula.
Al final, no importa demasiado la retahÃla de topicazos y almibarados varios en forma de villanos unidimensionales, absoluta precognición de los acontecimientos y ese tufo a it’s a happy, happy world que atufa el conjunto, que por otro lado en ningún momento oculta lo que es: una pelÃcula tÃpicamente familiar adornada de sofisticación: Acero puro es una pelÃcula que ni es buena ni es mala, simplemente para pasar el rato y poder deleitarse con los CG de la misma, que son lo único en lo que parece que se han gastado los productores de la cinta el presupuesto (además de contar, claro está, con la siempre atractiva presencia de Jackman).
Resumiendo, Acero puro es una mezcla perfecta entre El enemigo público número uno: mi padre + Rocky V + Transformers en el que su reparto, si bien competente, tampoco tiene mucha posibilidad de lucirse: simplemente el guión no da para más, amén de que los protagonistas son los mechas y no los humanos. Entretenida y en momentos muy concretos, francamente interesante. Y punto.
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