Para empezar a hablaros de El vuelo del globo rojo (Le voyage du ballon rouge), la nueva película de Hsiao-hsien Hou, debería remontarme medio siglo atrás…
En 1956, Albert Lamorisse conmovió a mayores y pequeños con El globo rojo (Le ballon rouge), un cortometraje de treinta y cuatro minutos de duración, el cual nos contaba la historia entre un niño llamado Pascal y un globo rojo con vida propia, que le seguirá a lo largo y ancho de las calles de París.
La película ganó el Oscar al mejor guión original y la Palma de Oro del festival de Cannes en su sección para cortometrajes.
Cincuenta y tres años más tarde, y un año después –aproximadamente- de su estreno original en cines franceses, se estrena en nuestro país este homenaje a la obra de Lamorisse, cuyo origen parte de la propuesta del presidente del Museo de Orsay de París, con motivo del veinte aniversario del museo, de la iniciativa que fusiona el talento de reconocidos cineastas contemporáneos con las joyas impresionistas y de art nouveau del mismo, y que tiene como único requisito que el museo esté presente en la película, de manera continua durante toda la cinta, o al menos en una escena. En este caso, El vuelo del globo rojo es la primera de la serie de estos homenajes, rindiendo homenaje no sólo a la obra de Lamorisse, sino también a la obra de Félix Vallotton, “Le Ballon” (1899), que se exhibe en el citado museo.
Partiendo de estos elementos, Hsiao-hsien Hou construye un “pseudo-remake” del cortometraje original ambientado en el París del siglo XXI. Si El globo rojo exponía la forma de vida de los niños parisinos en aquella época, El vuelo del globo rojo lo hará de ésta, desde la particular visión y estilo del director chino, quien elabora una historia costumbrista alrededor de tres personajes de forma natural y empática.
Así nos encontramos con Suzanne, una artista que trabaja poniendo sus voces a marionetas interpretada por una espléndida Juliette Binoche (en la que sin duda es una de las mejores interpretaciones de su carrera); su hijo, Simon, con quien debe compartir parte de su día a día con el tercer personaje, Song, su niñera, ya que su madre está gran parte del día fuera, preparando su nuevo espectáculo.
Entre tanto, Simon se irá encontrando con el peculiar globo rojo, al cual libera de un enredo casual en un poste al pie de una estación de metro. El globo, que al igual que en el cortometraje original tiene vida propia, le irá siguiendo por París, allá donde vaya. Así pues, la película está contada desde la perspectiva del globo que sigue a Simon, siendo testigo de su vida cotidiana, de los problemas en casa y de sus relaciones.
Como bien nos indica el título de la cinta, ésta también nos ofrecerá, entre tanta cotidianeidad, algunas secuencias inocentes y pícaras, casi de postal, del globo yendo de un lugar a otro. La propuesta funciona gracias a su naturalidad y un sentido de lo espontáneo muy agradecido (parte de los diálogos son improvisados) y, a pesar de su ritmo lento y calmado, casi idílico, se hace entretenida y apetecible de ver.
Sin embargo, El vuelo del globo rojo peca de ser excesivamente testimonial con la historia principal de sus protagonistas, dejando sin rematar una faena inconclusa, y un regustillo amargo nada más aparecer los créditos.
Parece que la voluntad del globo es de lo más recalcitrantemente puñetera…
Valoración: 7 sobre 10
Crítica escrita por Rafa Delgado
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